La cuarentena ha frenado las denuncias, pero no la violencia

Zsuzsanna, Marisa, Alessandra, Maria Angela, Viviana, Gina Lorenza, Lorena, Rossella, Bruna, Barbara, Larisa. Hay 11 víctimas desde el inicio del encierro en Italia y la lista podría aumentar drásticamente. Y no, no estamos hablando del Coronavirus. Estas mujeres murieron a manos de quienes decían que las amaban - o mejor dicho - debían haberlas amado, compañeros, novios, maridos, hijos, nietos, primos. Si bien el mundo parece haberse detenido, la violencia de género continúa sin ser molestada dentro de las paredes del hogar. Ese lugar que para muchos es un refugio seguro, para otros se ha convertido en una prisión de la que es difícil salir ileso.

La convivencia forzada empeoró la situación

La cuarentena precipitó la situación, como era de esperar, obligando a las mujeres a vivir día y noche bajo el mismo techo que su torturador. Aumenta la tensión, aumentan las diferencias, aumenta el número de víctimas, pero disminuyen las denuncias. Porque si informar ya era difícil antes, el confinamiento lo ha hecho casi imposible. Y las charlas sobre el número 1522 (activas en 5 idiomas: italiano, inglés, francés, español y árabe), ni las demás iniciativas impulsadas por los centros antiviolencia no fueron suficientes para frenar este flagelo global que, de alguna manera, destaca. en cuanto a la democracia, sin hacer distinciones de color, etnia, clase social o religión. Afecta indiscriminadamente y no se detiene ante ninguna regla de distanciamiento social.

Soluciones posibles

Pero, ¿qué se podría haber hecho para detener esta masacre? El primer problema a destacar es la falta de disponibilidad de centros anti-violencia para recibir a nuevos huéspedes durante una crisis de salud. Por tanto, se podría pensar en identificar nuevas estructuras en las que sea posible dar cobijo a mujeres y niños en dificultad, o equipar las existentes con tampones, kits sanitarios, desinfectantes y tratamientos higienizantes. Además, la jueza del tribunal de Roma, Paola Di Nicola, insiste en la necesidad de observar escrupulosamente el artículo 384 bis, que prevé la expulsión urgente del domicilio familiar de toda persona que incurra en conductas agresivas y violentas.

Se necesitan con urgencia intervenciones específicas

Después del dolor, la ira y el dolor, es urgente actuar. Y para ello, es necesario demostrar a las víctimas que no están solas, pero no con palabras, necesitan intervenciones específicas y ayuda concreta. El feminicidio no es un destino ineludible y las mujeres deben poder creer en él. Por lo tanto, invitamos a las instituciones a tomar acciones rápidas para frenar un fenómeno que socava no solo la vida de miles de mujeres, sino también el grado de civilización de un estado.

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