School y Covid: como se evaluará a los estudiantes

Las sorpresas de este año escolar anómalo continúan y parecen no querer acabar: además de la dificultad de entender cómo se realizarán los exámenes de las clases de fin de curso, el tema de las evaluaciones también es bastante complejo y ha sido el tema de varios replanteamientos.

El problema surgió cuando aún no se legisló si la evaluación para la educación a distancia tenía la misma legitimidad que la presencial. La aprobación del decreto Cura Italia luego aclaró el asunto, estableciendo su carácter obligatorio y la facultad de los profesores para poder emitir juicios, como hubiera sucedido durante un año escolar tradicional.
Por otro lado, una escuela cuya regularidad ya estaba dramáticamente comprometida, ¿cómo pudo haber mantenido ese rigor, incluso mínimo, necesario para sacar a nuestros hijos de la cama y pararse frente al PC para asistir a clases?

¿Dónde los mejores y más merecedores hubieran encontrado la motivación para seguir estando, sin un aplauso de mérito? ¿Cómo saber si una tarea se hizo bien o mal? Porque básicamente, los votos son para esto. Orientarse en el estudio y entender cómo mejorar. Incluso un fracaso puede ser un momento de crecimiento, una PARADA para cuestionarse y reprogramar el camino escolar.

El miedo y las ganas de obtener un resultado son dos palancas fundamentales que determinan el accionar de cada uno de nosotros: por ejemplo, estudiamos por el miedo a tener deudas educativas y pasar todo el verano en los libros o por la alegría de haber ganado un desafío, y se hizo un poco más grande. Vaciar la escuela también de un resultado, así como del contacto humano que la convierte en un lugar experiencial privilegiado para el desarrollo y el crecimiento, habría sido infligir un nuevo golpe. Mortal esta vez. En un principio parecía que las cosas irían así cuando el Ministerio dejó claro que todos los niños serán admitidos en el curso escolar 2020-2021, sin fallos.

Luego vino una nueva especificación: aquellos que tengan una evaluación de menos de 6/10 en una o más asignaturas, tendrán que trabajar para recuperarlas en septiembre, a través de un plan de enseñanza individualizado que será elaborado por los profesores.
El rechazo se prevé en cambio en el caso de que la frecuencia de las actividades didácticas haya sido esporádica o totalmente ausente, para no dar al consejo de clase una forma de expresar juicios diferentes. ¡Gracias a Dios!
¡Algunos niños e incluso sus padres simplemente no podían soportar que los compañeros de clase que nunca estaban conectados durante la clase pudieran salirse con la suya!

En cuanto a las evaluaciones de la escuela primaria, se decidió modificar el antiguo parámetro consistente en calificaciones en décimas para adoptar uno basado en juicios. Así que para este año, adiós a los números y en cambio a una nueva fórmula, aún desconocida.
La propuesta de la ministra se basa en que papá ha penalizado especialmente el aprendizaje de los niños, que tienen como necesidad básica la interacción en presencia con los profesores, en mayor medida que en otros grados escolares. Por tanto, la valoración en décimas les habría resultado demasiado dura, dadas las profundas molestias que hemos sufrido nuestros pequeños y nosotros y ellos.

Sin embargo, quizás a los niños les hubiera gustado que se reconocieran sus esfuerzos dándoles esa apariencia de normalidad a la que aferrarse. Quizás un año escolar tan crítico hubiera podido guardarse en su memoria agregando la memoria de una nueva boleta de calificaciones, similar a las anteriores. En cambio, incluso la última escena de esta película que nunca querríamos volver a ver corre el riesgo de ser aún más gris que todas las demás.
Investigando las posibles cuadrículas de evaluación que deberán elaborar los profesores de primaria, encontramos los siguientes criterios:

  • frecuencia, puntualidad y autonomía en la interacción y acceso a herramientas multimedia por parte de los niños;
  • cumplimiento de las entregas;
  • el tipo de actitud con que el niño abordó las nuevas metodologías: superficial, adecuada, seria, madura;
  • espíritu colaborativo: escaso y necesitado de ayuda, adecuado, autónomo o significativo.

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Considerando las innovaciones que ha aportado papá y los esfuerzos que han tenido que hacer las propias escuelas, los padres, los niños para adaptarse, ¿tiene sentido una evaluación que se base precisamente en la recepción de las nuevas metodologías? ¿No es eso aún más penalizante que la situación en sí?
¿Puede un niño tener realmente una actitud “madura” ante un escenario tan alejado de su vida cotidiana?

¿Cuántas escenas hemos visto los adultos de evidente inmadurez, de falta de respeto, por parte de quienes dieron más valor a un aperitivo con amigos, ignorando las reglas, que a la salud de la comunidad?
¿Y se puede evaluar la autonomía de un niño considerando que papá necesita, de manera esencial, la ayuda de los padres para funcionar? Partiendo del hecho de que, por ley, un niño no puede quedarse solo frente a un PC. Agregue a esto la necesidad diaria de descargar tareas, imprimirlas, hacerlas y enviarlas a los maestros. Y por último, pero no menos importante, las incansables notificaciones del grupo de la clase.
¿De verdad pensamos que un niño puede ser autónomo y maduro ante todo esto?

Veronica Leardini

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