Terapias conductuales y cognitivas

Trabajar en los síntomas

Las terapias conductuales y cognitivas (o TCC) se definen como "terapias activas" porque se basan en métodos científicos y teoría del aprendizaje para comprender y tratar ciertos trastornos mentales. A diferencia del psicoanálisis (terapia analítica), cuyo objetivo es sobre todo encontrar la causa raíz de los trastornos, simplemente sirven para modificar conductas nocivas, con la ayuda de ejercicios prácticos y puesta en escena de situaciones.


El principio

Estas terapias se basan en dos enfoques complementarios: el comportamiento y la cognición, es decir, el proceso de pensamiento y la conciencia que un individuo tiene de su entorno.

- El enfoque conductual consiste en la exposición progresiva del sujeto a situaciones temidas, que generan ansiedad.

- El enfoque cognitivo trabaja sobre todo sobre los pensamientos del paciente, que son independientes de su voluntad y que van más allá de cualquier lógica aparente.

La efectividad de estas terapias radica en el uso simultáneo de estos dos enfoques, encaminados a reconocer los patrones disfuncionales que causan estos problemas.

Más concretamente, un comportamiento desviado puede corregirse gracias a una conciencia y un aprendizaje concreto de nuevos hábitos. El terapeuta, por tanto, tiene un papel rector y se convierte en un modelo a imitar. Entre las técnicas más utilizadas, recordamos la desensibilización, técnicas de simulación de situaciones, condicionamiento operante, aprendizaje de habilidades sociales y terapia familiar conductual.


¿Qué tipo de dolencias pueden curar?

Las terapias conductuales y cognitivas han demostrado eficacia probatoria frente a diversos trastornos mentales: fobias (agorafobia, claustrofobia, aracnofobia, fobia social), trastornos obsesivo-compulsivos, problemas de ansiedad, bulimia, determinadas formas de depresión, algunos casos de postestrés - traumático, sexual trastornos, adicciones (como fumar) ...


¿Cómo se llevan a cabo las sesiones?

En su mayoría tienen una duración de 45 minutos a una hora y se realizan con el terapeuta, de forma individual o en grupo (role-playing en el caso de las fobias sociales, simulación de situaciones de multitud en el caso de la agorafobia, relajación muscular en el caso de la ansiedad) . Los procedimientos son objetivos y, por tanto, reproducibles en todos los pacientes que padecen el mismo trastorno. Una vez que el paciente ha descrito el problema y los síntomas, el terapeuta puede proceder a un análisis del patrón de pensamiento que causa ese comportamiento y luego proponer otro. Después, lo más difícil (pero también lo más efectivo) es imaginar la situación o afrontarla directamente. Progresivamente, el cerebro memorizará otra forma de pensar, que reemplaza a la desviada. ¿El resultado? Las situaciones que antes se temían ya no causarán angustia y pueden tratarse fácilmente. Por supuesto, para que las sesiones sean efectivas, el cambio de comportamiento debe ser duradero y asociado a ejercicios individuales realizados fuera de las sesiones. Por ejemplo: hablar durante una reunión, tomar el ascensor, tocar una araña ...


¿Deberían estar asociados con las drogas?

En algunos casos, es muy recomendable combinar las sesiones con la ingesta de medicamentos para aliviar los síntomas. Para tratar los trastornos obsesivo compulsivos, los psiquiatras pueden recetar antidepresivos, los únicos tratamientos efectivos actualmente.

Prácticamente

Las sesiones de terapia conductual y cognitiva son realizadas por médicos o psicólogos inscritos en la lista de psicoterapeutas de los respectivos registros profesionales. En general, se recomienda seguirlos una vez a la semana durante un período de al menos 6 meses. Para más información consulte el sitio web de SITCC - Sociedad Italiana de Terapia Cognitiva y Conductual: www.sitcc.it.

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