Un punto de inflexión en Sudán: la mutilación genital femenina se convierte en delito

Horrible. Inhumano. Abominable. Vergonzoso. Existe una selección infinita de adjetivos (despectivos) con los que definir la mutilación genital femenina (MGF). De hecho, en plural, porque -por desgracia- hay diferentes tipos, uno más despreciable que el otro. La mutilación genital femenina es legal en 27 países africanos y en partes de Asia y Oriente Medio. Pero en Sudán, donde, según un informe de las Naciones Unidas, 9 de cada 10 mujeres jóvenes son sometidas a esta enfermedad, las cosas podrían cambiar para mejor. El nuevo gobierno liderado por Abdalla Hamdok ha presentado recientemente un proyecto de ley que podría marcar un punto de inflexión, convirtiendo la mutilación genital femenina en un delito en todos los aspectos. Cualquiera, de hecho, culpable de este delito, desde la aprobación del nuevo sistema judicial, sería sancionado con 3 años de prisión y una fuerte multa.

¿Será realmente el final?

Pero, ¿será suficiente una ley para acabar con una costumbre que tiene sus raíces en la historia de este país? Las prácticas arcaicas - e invasivas - como la infibulación son tradiciones que son difíciles de erradicar para algunos pueblos. Se trata de rituales que marcan la fase de transición de la niñez a la edad adulta en la vida de la mujer y, por tanto, se convierten en portadores de un valor simbólico difícil de renunciar, especialmente en algunas tribus. El riesgo es que las mutilaciones puedan ser perpetradas en la oscuridad de la ilegalidad, desafiando las leyes, como ocurre por ejemplo en Egipto -donde son ilegales desde 2008-, continuando sin inmutarse atentando contra la dignidad de las mujeres jóvenes, si no, de hecho, la vida. De hecho, el daño causado a la salud física de las víctimas es enorme, con consecuencias devastadoras en su psique y lo más desconcertante es que entre los más grandes defensores de esta práctica se encuentran precisamente las mujeres. De hecho, si un adulto se opusiera a proteger a sus hijas de este trato obsceno, podría incurrir en insultos y amenazas contra su propia persona.

Se esperan 10 años de arduo trabajo

El gobierno, entonces, tiene la tarea de promover una campaña de concientización que ayude a las comunidades a tomar nota del tremendo impacto que tiene la mutilación en las mujeres, llegando así a aceptar voluntariamente la nueva ley. También recordamos que Sudán ocupa el puesto 166 de 187 en una clasificación de las Naciones Unidas sobre la desigualdad de género, un resultado del que ciertamente no estamos orgullosos. La aplicación de este decreto podría representar un gran paso adelante en la historia de los derechos humanos, pero especialmente de las mujeres en el país africano. Queremos ser positivos y confiar en las palabras del primer ministro Hamdok, cuyo objetivo es eliminar definitivamente esta práctica para 2030.

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