topinambur

La alcachofa de Jerusalén, también llamada nabo alemán, alcachofa de Jerusalén o patata americana -probablemente por el hecho de que durante décadas ha sido un sustituto válido de la patata-, es una planta herbácea perenne originaria de Norteamérica (Canadá en particular), traída a Europa a principios del siglo XVII y perteneciente a la familia Compositae Tubuliflorae.

La planta de alcachofa de Jerusalén parece una gran margarita y puede alcanzar los tres metros de altura, se adapta a diferentes tipos de suelo y, por lo tanto, es fácilmente cultivable en todos los jardines, incluidos los domésticos.

Hay dos variedades de alcachofa de Jerusalén: la blanca temprana que encontramos comercialmente disponible desde finales de agosto y la burdeos que encontramos en el mercado desde octubre hasta principios de primavera.

Alcachofa de Jerusalén: características nutricionales

La alcachofa de Jerusalén aporta muy pocas calorías (30 Kcal por 100 gramos de producto), y está compuesta en un 80% por agua, proteínas, azúcares, carbohidratos y fibras dietéticas. Entre las vitaminas presentes se encuentran la vitamina A y algunas del grupo B, mientras que entre los minerales los encontramos potasio, magnesio, hierro y fósforo.

Este tubérculo también es particularmente rico en inulina (hasta el 60% del peso seco), lo que lo hace especialmente indicado para diabéticos y para quienes quieran aprovechar sus propiedades digestivas y reequilibrantes de la flora intestinal. En cuanto a los aminoácidos, están presentes asparagina, colina y arginina.

Alcachofa de Jerusalén en la cocina

Las alcachofas de Jerusalén, utilizadas habitualmente en la cocina piamontesa para la bagna cauda, ​​se cosechan en invierno, son muy nutritivas y su cocción es similar a la de las patatas: por lo tanto, se pueden hervir, cocinar en una sartén e incluso freír. Pero también se pueden comer crudos, quizás en ensaladas cortadas en rodajas y condimentadas con aceite, limón, sal y perejil, o machacadas como rábanos.

También riquísimos cocidos gratinados: basta con pelarlos, cortarlos en rodajas, escaldarlos unos minutos en agua hirviendo, dejar enfriar y cocer durante 5 minutos cubiertos con bechamel y con una pizca de nuez moscada.

De los tubérculos de esta planta también se obtiene una harina que puede sustituir hasta un 10% a la harina de trigo en la elaboración de pan, dulces y repostería en general.

Alcachofa de Jerusalén en la medicina herbal

Las raíces de la alcachofa de Jerusalén tienen fama de ser galactogénicas, es decir, capaces de aumentar y promover la secreción de leche en las mujeres que amamantan a su bebé. Además, el extracto de alcachofa de Jerusalén resulta muy útil en caso de sobrepeso, siendo una ayuda válida para adelgazar: el consumo de alcachofa de Jerusalén, sobre todo si va precedido de un buen vaso de agua, no solo facilita la digestión, sino que también favorece la digestión. sensación de saciedad, apaciguamiento incontrolado de ataques de hambre.

De la alcachofa de Jerusalén, considerada un fármaco tónico, estomacal, colagogo y diurético, también se explotan las hojas, útiles para aliviar dolencias relacionadas con la insuficiencia cardíaca. Y por último, al no contener gluten, también es apto para dietas celíacas.

Etiquetas:  Antiguo De Lujo Realidad Estrella